jueves, 12 de enero de 2017

Colombia en el espacio... la última frontera cada vez más lejana





Dentro de la historia de Colombia, en el ámbito de la investigación y el desarrollo de los sectores preponderantemente científicos, nunca se ha visto un esfuerzo contundente por parte del gobierno nacional para impulsar programas que, a mediano o largo plazo, generen para el país unos resultados tangibles que permitan lograr metas como la autosuficiencia tecnológica, el desarrollo de avances tecnológicos de hardware o software o una base de profesionales que desarrollen programas enfocados a la consecusión de muchas metas estratégicas, plenamente factibles si existiera un verdadero compromiso por parte del gobierno nacional, y el debido aporte presupuestal en I+D, soportado en la experiencia de actores internacionales que avalen y cimienten estos primeros esfuerzos del pais.

A todo esto ha contribuido que, Colombia, aún es una nación que adolece de una desorganización social y de gobierno, por lo que las políticas de estado, verdadero motor detrás de las más ambiciosas metas de cualquier país, brillan por su ausencia o se encuentran en un estado primigenio de formación, siendo en su mayoría poco claras, sin objetivos concretos, y con una alarmante falta de norte que seguir, por lo cual la planeación nacional se ha ido diluyendo en esfuerzos de carácter limitado por parte de los investigadores que se concentran en la consecusión de objetivos propios, sin estar estos conjugados dentro de un programa que a futuro, presente un resultado que aune todos los esfuerzos individuales. Es fabricar un montón de piezas sueltas que al final no podrán armarse conjuntamente para formar una maquinaria coherente.

A todo esto se suma que en la nación no hay entidades rectoras que puedan tomar estos esfuerzos, reunirlos y amalgamarlos en un programa con objetivos concisos. Estas entidades rectoras apenas están siendo contempladas dentro de los planes de desarrollo de la nación, y en este caso se dá por sentado que estas nuevas organizaciones pueden tener suficiente experiencia y gestión para sacar adelante proyectos estratégicos para el país, a pesar de estar incursionando en campos nunca antes contemplados por las políticas del estado. En este punto, y haciendo específica referencia al tema aerospacial, hablaremos de como Colombia aborda, como nación, la investigación y desarrollo aerospacial.

Dentro del campo aeronáutico sorprende el atraso de Colombia, uno de los primeros países del mundo en desarrollar la aviación comercial, cuando en 1919, a un año de terminar la primera guerra mundial, se funda en el país la Sociedad Colombo Alemana De Transportes Aéreos (SCADTA, actual AVIANCA), la primera aerolínea comercial de América y la segunda del mundo despues de la alemana Lufthansa, operando hidroaviones Junkers desde los principales rios del país, debido a la falta de infraestructura de campos aéreos que permitiera la operación de aeronaves convencionales. Así mismo nació la FAC (Fuerza Aérea Colombiana) en 1919, y fue por mucho tiempo una pionera en América Latina en el uso de los nuevos conceptos y herramientas disponibles en el mundo, siendo una de las primeras fuerzas aéreas de la región en operar reactores y en alcanzar el vuelo supersónico. Sin embargo en el último cuarto del siglo XX todo este impulso por seguir a la vanguardia se fue diluyendo por las decisiones políticas, y han dejado a la nación con una fuerza envejecida, sin planes a futuro y seriamente amenazada en su supervivencia como fuerza estratégica y disuasoria por los recortes presupuestarios. Todo esto en una nación que empezó a fabricar aeronaves antes que Brazil, pero que al no encontrar un apoyo del gobierno nacional para fomentar la investigación y el desarrollo, y al no aunar los pequeños esfuerzos de los privados en una meta común (pues se esperaba que estos privados por si solos desarrollaran una industria pesada que al propio gobierno central no le interesaba apoyar ni financiar), vió como el gobierno brasilero, por medio de su central aeronáutica EMBRAER, se montaba en la cresta de la ola tecnológica y generaba, a través de la coordinación y unión de los esfuerzos de los actores industriales aeronáuticos grandes y pequeños del país, una industria que a día de hoy se ha convertido en la tercera empresa fabricante de aeronaves del mundo, solo por detrás de los gigantes industriales Boeing y Airbus. Una muestra de como la desidia, la falta de visión y el empeño de una clase política conservadora y burócrata de mantener al país como su finca personal, han hecho que Colombia se encuentre atrasada en la generación de industrias que aporten a la nación fuentes de empleo, desarrollo científico, desarrollo económico y bienestar social.

Es así como la industria aeroespacial en Colombia no ha nacido, y apenas en los albores de este siglo XXI fue que el gobierno central, magicamente, se dio cuenta que el futuro está en las nuevas tecnologías, y que estas son patrimonio, esencialmente, de aquellos que las desarrollan en primer lugar, y que si el país no quería verse expuesto a la dependencia tecnológica de las potencias del primer mundo, debía empezar a desarrollar una industria propia, pero dicha industria no puede nacer de la noche a la mañana, y mucho menos cubrir el atraso de cincuenta años de la nación en infraestructura, servicios, tecnologías, educación, investigación y desarrollo. 




En cuanto al sector de la investigación y la industria aerospacial, solo hasta el año 2006, por medio del decreto presidencial 2442, es que se da vida a la Comisión Colombiana del Espacio (CCE), la primera iniciativa gubernamental por crear un ente rector del sector que aunara todos los esfuerzos del gobierno y los privados en pos de una meta común, la cual es hacer que Colombia entre en la carrera espacial, para hacer uso y aprovechamiento del espacio por medio de, y para generar a su vez, avances científicos y tecnologicos, que ubiquen a la nación a la vanguardia regional y mundial, aunque dichas pretensiones son excesivas para las actuales capacidades industriales y tecnológicas del país.

Ante todo la CCE padece de los típicos contratiempos de todas las agencias nuevas del gobierno que pretenden cerrar el bache producido por años de desinterés y abandono del estado. Encontramos ante todo una profunda desorganización, un alto índice burocrático, una falta de objetivos claros y metas solidas a mediano y largo plazo. Se pretende trabajar sobre bases inexistentes, sin tener claro el futuro. Se actúa sobre conceptos desarrollados más por políticos interesados en pescar en rio revuelto, buscando la forma de beneficiarse económicamente de los nuevos proyectos, debido a que la acción de las agencias de control del estado sobre las nuevas oficinas es poca, principalmente por una falta de agilidad paquidermica de estos entes de control, sobretodo al integrarse en la estructura de las nuevas agencias.

A todo esto se suma que dentro del mismo gobierno se crean nuevas divisiones que entran a competir, entorpecer o, directamente, redundar en las actividades de estas agencias, sobretodo si estas fueron creadas por gobiernos anteriores, como en el caso de la CCE, creada en el gobierno de Alvaro Uribe Vélez y totalmente llevada al ostracismo por el presidente Juan Manuel Santos, quien en 2013 y por el decreto 2516, creó el “Programa Presidencial para el Desarrollo Espacial Colombiano” (PPDEC) que está adscrito al Departamento Administrativo de la Presidencia de la República. Se le asignaron las mismas funciones del CCE, pero no tiene, en absoluto, nada que ver con esa agencia ni se coordina con ella. ¿A qué obedeció entonces la creación de dicha oficina?, ¿por qué razón un programa de desarrollo espacial que debe ser competencia de la CCE tiene que ser llevado por aparte sin que el organismo rector del sector tenga injerencia en el mismo?, ¿a qué oscuros intereses políticos, personales y económicos se debe?. Increíblemente, en 2014 se creó dentro del Departamento Administrativo de la Presidencia una nueva oficina llamada “Dirección para proyectos Especiales”, y a esta nueva oficina se le encargó crear el “Plan Estratégico de Desarrollo Espacial”, es decir, si la CCE y el PPDEC eran ya redundantes, esta nueva oficina vendría a completar el trio, ejerciendo las funciones de organización y dirección de las otras dos, aparte que también debería ejercer la Secretaría Técnica de la CCE, algo que hasta el momento no se ha dado, y mucho menos la elaboración del susodicho “Plan Estratégico de Desarrollo Espacial”, por lo que a fecha de hoy dicha oficina es una entidad fantasma que no ha permitido ningún avance en los procesos que debe llevar a cabo la CCE. Cabe agregar que la “Dirección para Proyectos Especiales” quedó por decreto en cabeza del vicepresidente de la república, osea, en las mismas condiciones que la CCE. Tres agencias distintas y ningún avance verdadero.

Pero, en el colmo del descaro mostrado por el gobierno nacional en cuanto a desidia y desinterés por el tema, en diciembre de 2014 el señór vicepresidente Germán Vargas indicó que no tenía tiempo para seguir presidiendo la CCE debido a sus múltiples ocupaciones. En el 2015 la responsabilidad de la CCE pasó a manos del director administrativo de la presidencia, con lo cual la comisión perdió el poco poder que tenía para ejercer la dirección de las actividades espaciales en el país, y a día de hoy es solo un elefante blanco que languidece su existencia.

En si la CCE se creó como un “órgano de consulta, coordinación y orientación y planificación” para establecer la política espacial de la nación, es decir, para centralizar y coordinar todos los esfuerzos públicos y privados del país en pos de la carrera espacial, por esta razón se integró dentro de su estructura a varios ministerios con intereses en el desarrollo de tecnologías espaciales y sus aplicaciones, a entidades gubernamentales que se sirven de tecnologías espaciales en sus actividades propias, como el IGAC (Instituto Geográfico Agustín Codazzi), y a organismos de investigación privados que están desarrollando programas relacionados con las ciencias espaciales como la Universidad Sergio Arboleda; todos ellos aunados, coordinados y bajo la presidencia fija de la Vicepresidencia de la República. Es de anotar que, por supuesto, la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), como garantes de la seguridad de la nación y en pos de su visión estratégica, fue integrada a la comisión, siendo un pilar fundamental debido a su experiencia operativa y profesional con el tema, aunque esto no es más que una quimera, puesto que la FAC nunca ha tenido una experiencia real en la investigación y el desarrollo de ningún tipo de actividad relacionada con el espacio. La FAC se supone que debería ser la base desde la cual se extenderían las actividades espaciales, haciendo para la comisión la labor que para la NASA cumple la USAF, pero esto es Colombia, y la FAC dista mucho de tener las capacidades de la USAF, por lo que hasta el momento ha sido más un lastre en los objetivos a cumplir dentro del programa espacial que un verdadero motor del mismo.

Así mismo la CCE dista mucho de ser la NASA, es más, no fue pensada para cumplir esas funciones. La CCE fue creada con el fin de constituir un primer escalón en la creación de una verdadera Agencia Espacial Colombiana, encargada de coordinar y de llevar a cabo las actividades propias del programa espacial, semajante a la NASA o la ESA, dejando en manos de la CCE las políticas y regulaciones del sector, actuando ya como una superintendencia. Sin embargo, a día de hoy, la agencia no ha sido creada, aunque en el último informe de gestión de la CCE (año fiscal 2015), en sus recomendaciones, figura en primer lugar de prioridad su creación.

Ya lo indica José Gregorio Portilla, director del Observatorio Astronómico Nacional, en un artículo publicado por la revista SEMANA en su edición virtual con fecha 09 de Agosto de 2016 titulado “El limbo de la Comisión Colombiana del Espacio”:

¿Cómo puede aspirar una nación al desarrollo tecnológico y científico así como a la búsqueda de la educación de élite cuando la dirigencia nacional se muestra apática y desinteresada en algo tan fundamental como las tecnologías espaciales? Una nación que en su Constitución afirma tener dominio de un segmento de la órbita geoestacionaria, debería preocuparse por tener una presencia al menos marginal en el espacio exterior”.

Así, tal cual lo expresa el doctor Portilla, es que se ha manejado a la CCE, con apatía y desinterés. Ni siquiera cuando la FAC tomó la secretaría ejecutiva (que hasta el momento mantiene) se mostró un interés en que los avances en el programa espacial beneficiaran las políticas estratégicas de la nación y la doctrina de las Fuerzas Armadas, que debería haber sido su leit motiv, porque como ya se ha mencionado, la FAC resultó ser más un lastre que la verdadera fuerza impulsora de la comisión. Es de anotar que cuando la CCE nació, la primera entidad en ejercer la secretaría ejecutiva fue el IGAC (Instituto Geográfico Agustín Codazzi), quienes ante el reto presentado se dedicaron a hacer la tarea, aunque limitados por la realidad de estar lidiando con los entresijos organizacionales y políticos de una agencia nueva, y en materias que no son de su entorno inmediato. Sin embargo se vieron los primeros avances, las primeras metas propuestas como una realidad factible, y los primeros proyectos de adquisición de capacidades reales para el país como un primer escalón en la búsqueda de abordar una política y presencia espacial. Es así como se iniciaron los procesos licitatorios para la adquisición de un satélite de comunicaciones propio que sería colocado en la órbita geostacionaria, aunque al final, dichos procesos fracasaron por falta de apoyo del gobierno central. Así mismo se proyectó la adquisición de otro satélite orientado a la observación terrestre, el cual serviría para realizar estudios de los ecosistemas colombianos, mantendría vigilancia sobre los recursos naturales del país, y serviría para la realización de actividades de inteligencia de las Fuerzas Armadas en tiempo real, manejando así actividades de investigación tanto civil como militares de gran importancia para la nación, pero este proyecto ni siquiera llegó a pasar a la etapa de licitación y también fue abandonado.


Dichos emprendimientos empezaron en el gobierno del presidente Alvaro Uribe Vélez, y al llegar el actual gobierno fue cuando fueron cancelados, lo cual indica claramente que en Colombia no se aplica las políticas de estado sino las políticas presidenciales, y que si los presidentes que se suceden en el gobierno resultan ser enconados enemigos políticos, los que sufren las consecuencias son los programas no alcanzados a ejecutar del gobierno anterior por muy necesarios e importantes que sean. Fue así como la adquisición del primer satélite (el de comunicaciones) fue suspendida después de la segunda licitación, ya que el gobierno de Juan Manuel Santos prefirió apoyar la entrada de la tecnología de la fibra óptica al país, con lo cual cedió a los grandes conglomerados de comunicaciones extranjeros el negocio de cablear con fibra óptica todo el territorio nacional, objetivo que aún no se ha cumplido y que ha resultado en grandes ganancias para estas empresas a cambio de un servicio que hasta el momento se ha mostrado falto de cobertura y no muy confiable técnicamente. Así mismo se canceló el proyecto de adquisición del satélite de observación civil y militar, porque el gobierno Santos indicó que era preferible comprar las imágenes a proveedores extranjeros a un precio más barato que comprar y poner en órbita un satélite propio, renunciando así a la perspectiva de realizar investigaciones civiles a largo plazo e inteligencia militar en tiempo real. Cabe preguntarse por los beneficiarios de esa decisión de compras de imágenes y su relación con el gobierno central. Así mismo llama la atención que las cancelaciones de estos proyectos fueron ordenadas por el gobierno central, y ejecutadas por el vicepresidente de la república Germán Vargas Lleras, quién en teoría es la cabeza visible y principal de la CCE, a la que sin embargo nunca se le consultó sobre el asunto, ni se pidieron estudios que justificaran la continuación o cancelación de estos proyectos, siendo que, por ley, es la responsable y única cualificada para tomar esas decisiones, por lo que el gobierno central actuó en contra de la comisión y de la constitución.

En si, en estos momentos la CCE ha sufrido un paro cardiaco. Carente de cualquier poder real de direccionar la política de Colombia frente al espacio, dedica el poco presupuesto que tiene asignado en el apoyo económico de ciertos estudios astrofísicos, mientras que todos aquellos que tienen que ver con la investigación, exploración y desarrollo del espacio en el país, siguen tratando de hacer lo que pueden, cada uno por su lado, como era antes de que se creara la CCE. Ni siquiera la FAC, que debería ser la más interesada en sacar adelante un programa espacial ha hecho nada por impulsar la comisión desde la secretaría general que ejerce en la misma. Una muestra de como las políticas personales de los dirigentes del país destruyen el concepto de “Política de Estado”, y amarran el desarrollo y el futuro de la nación.


La elaboración de una política de estado frente al desarrollo espacial, y su seguimiento, es un asunto de vital importancia para el estado, pues ello repercute en el desarrollo nacional de todos los sectores. Se impulsa la investigación, el desarrollo, la industria, la educación, la economía, la seguridad, el crecimiento de la nación. La última frontera del hombre no puede quedarse por fuera de las manos de una nación que pretende salir de los países en vías de desarrollo para convertirse en uno desarrollado, y en uno que lidere una región con tan amplias proyecciones como América Latina. Como dice el doctor José Gregorio Portilla en su artículo:

El espacio exterior no es un capricho, es asunto clave para desarrollar la investigación y la economía aún más importante, es una cuestión de soberanía y eso lo atestiguan Estados Unidos Rusia y China. Naciones latinoamericanas como Brasil, Argentina, México, Chile, Perú, Venezuela e incluso Bolivia y Nicaragua han adquirido o están adquiriendo satélites funcionales y varias de éstas han creado sus respectivas agencias espaciales. Mientras tanto, la Comisión Colombiana del Espacio, que se esperaba iba a sacar del rezago a la nación y ser el germen de la Agencia Espacial Colombiana, ha perdido una valiosa década de esfuerzo y se encuentra ahora completamente inactiva, esperando a que alguien en el Palacio de Nariño desenmarañe el nudo gordiano en que convirtieron el piso jurídico de la Comisión. Solo esperemos que, frente a posibles decisiones internacionales, nuestros dirigentes no evadan sus responsabilidades y no se incriminen mutuamente como ocurrió, por ejemplo, con la pérdida de territorio a manos de Nicaragua por un fallo de la Haya”.


La creación de la Agencia Espacial Colombiana es una prioridad, pero esta no puede estar condenada al fracaso desde antes de su nacimiento por cuenta de que no existe en el país una política clara que avale su actuar ni un ente rector que lo dote de herramientas para llevar a cabo sus funciones. Es claro que un programa espacial requiere de cuantiosos recursos, y que en un país tan enfermo por la corrupción rampante de sus dirigentes y servidores públicos es, cuando menos temerario, poner en manos de una nueva organización tal cantidad de dineros públicos, lo cierto es que se debe asumir el riesgo, extremando las precauciones y las medidas de control de los entes pertinentes para evitar que la burocracia y los corruptos terminen acabando con el patrimonio, no solo económico, de los colombianos, sino con todo su patrimonio espacial y lo que de él deriva.

Así mismo vemos como los avances recientes han abaratado algunos de los costos operativos de las agencias espaciales. Países como India, que en los proximos meses lanzarán más de cien (100) misiones de diferentes países, agencias y privados, han llevado los conceptos de la exploración del espacio y su desarrollo a nuevos niveles, poniendo al alcance de países como Colombia la nueva frontera.

Allá debemos apuntar...

Stephan Xavier Beltrán Gómez

domingo, 11 de diciembre de 2016

Observatorio Internacional de Defensa, ...una introducción

Primero que todo gracias a ustedes por estar aquí.

Después de mucho pensarlo, e ir abordando diferentes medios, decidí por fin lanzarme a este pequeño proyecto personal.

Este blog representa una parte muy importante de mi vida, una que descolló desde muy temprana edad, que es mi gusto por todo el tema militar. Así como estudié en un colegio militar y me ví luego frustrado por no poder ingresar a la escuela de oficiales de la ARC o la FAC (no habían los medios para ello), así como he estudiado el arte de la guerra desde los albores de la civilización y me he familiarizado con todos los conceptos tácticos y estratégicos del combate, así como empecé a participar en foros dedicados al tema, como el fenecido UNFFMM donde conocí mucha gente valiosa, y así como ya mi trabajo, reconocido por unos y críticado por más, ha sido ya publicado en diferentes medios internacionales, así mismo quiero iniciar este nuevo proyecto, dispuesto a dar todo de mí y dedicándole toda la pasión posible.

Pero afortunadamente no estoy solo (porque los grandes caminos no se hacen cuando una sola persona transita por ellos), junto a mi otras personas, a las cuales dedico toda mi admiración y afecto, han estado dispuestas a sumarse a esta iniciativa. Comenzando por la pluma siempre confiable de Huma Siddiqui (Nueva Delhi, India), gran amiga que dijo “Sí” a este proyecto apenas se lo comenté y especialista en temas de defensa de uno de los más importantes diarios de la India y de otros medios de comunicación impresos y digitales, y quién se dedicará a mantenernos informados de todas las noticias referentes a la región asiática.
Así como otros amigos y compañeros aportarán su grano de arena a esta página con sus habilidades particulares, unos escribiendo, otros con su arte fotográfico, y otros con su conocimiento multimedia (Youtube). Así mismo espero que más personas se unan a esta iniciativa más adelante.
A este respecto debo decir que esta actividad es en cierta medida riesgosa, pues en este medio se pisan callos muy fuertes cuando las denuncias afectan a esos círculos de poder, de tomadores de decisiones y de vendedores de armas, por lo que algunos autores aquí no desean que su nombre real salga a la luz, y mucho menos fotografías suyas, y este hecho es algo que respeto profundamente, por lo que de ellos podrán conocer solo su nick (pseudónimo) y un avatar. Esta condición para nada les quita veracidad, es una condición de seguridad y privacidad que debe respetarse. No cualquiera tiene la confianza de firmar con su nombre y de que conozcan su rostro sin temor a represalias.

¿Qué encontrarán aquí?, bueno, el objetivo de este blog es ser, precisamente, un observatorio mundial de los temas de defensa. ¿Cómo se trabajará aquí?, pues a través de artículos y análisis que involucren no solo a Colombia y el entorno latinoaméricano (nuestro ambiente natural), sinó que involucren en la medida de lo posible a todo el planeta, porque en este mundo globalizado los hechos acaecidos en las fronteras más lejanas terminan siempre repercutiendo, ya sea por más, ya sea por menos, en nuestros países. Es por esto que encontrarán aquí tanto artículos en Español como en Inglés (y en la medida de lo posible bilingües).

A través de todo el rigor del que somos capaces, y dentro de nuestras propias limitaciones, pretendemos mostrar a ustedes trabajos bien investigados, bien estructurados y bien explicados, que sean fuente de conocimiento veraz y objetivo. No pretendemos en ningún momento tener la verdad universal, solo presentaremos los hechos a ustedes y que forjen su opinión a la luz de los mismos.

Armamentos, compras, empresas, productos, etc., aquí trataremos todos los temas. Esos que llenaban, hace mucho tiempo, la mente de un niño.

A todos ustedes... ¡bienvenidos!

Stephan Xavier Beltrán Gómez